Desde el uso de energía hasta las emisiones, la industria de la construcción tiene un enorme impacto en el medio ambiente.
Aparte de la posibilidad de construir sobre hábitats silvestres, el uso de energía de la industria de la construcción es elevado. La maquinaria pesada utilizada en la construcción sigue dependiendo en gran medida de los combustibles fósiles, e incluso el uso ineficiente de la electricidad puede dar lugar a la quema innecesaria de combustibles fósiles más adelante en la línea de suministro de energía. De hecho, la industria de la construcción representa un increíble 36% del uso de energía a nivel mundial, y el 40% de las emisiones de CO2.
La fabricación y el transporte de materiales pueden tener un gran impacto en las emisiones de carbono. La extracción de materias primas puede provocar la contaminación de las capas freáticas locales. La fabricación de hormigón ha generado más de 2.800 millones de toneladas de CO2, una cifra que no hará más que aumentar a medida que se viertan 4.000 millones de toneladas de hormigón al año.
La construcción también puede generar residuos peligrosos, y la eliminación inadecuada de estos residuos puede provocar una contaminación que afecta no sólo al medio ambiente, sino también a la salud de las personas que viven en esa zona.
Adoptar métodos de construcción sostenibles no es un proceso de un día para otro; hay que afrontar retos, el mayor de los cuales es el coste. Las organizaciones de la construcción siempre se verán presionadas para reducir los costes en la medida de lo posible, pero sigue existiendo la preocupación de que los métodos de construcción sostenible cuesten más a una organización.
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