Las infraestructuras sostenibles se planifican, diseñan, construyen, explotan y desmantelan de manera que se garantice la sostenibilidad económica y financiera, social, medioambiental e institucional durante todo su ciclo de vida. Aunque los beneficios económicos y los aspectos financieros son importantes, existen riesgos económicos asociados que deben considerarse para evitar cualquier impacto negativo.
Además, este tipo de infraestructuras protegen a los países de la exposición a los fenómenos extremos del cambio climático. Un ejemplo de infraestructura baja en carbono es la infraestructura ferroviaria que reduce el número de camiones que emiten carbono.
La demanda de este tipo de infraestructuras y el impulso mundial al crecimiento económico son elevados tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo.
Las infraestructuras y el desarrollo sostenible están positivamente relacionados. Aproximadamente el 70% de los gases de efecto invernadero están relacionados con la construcción y el funcionamiento de las infraestructuras, y se calcula que sólo los edificios representan más del 30% del consumo mundial de recursos y del uso final de energía. Según un informe de la OMS, el número de muertes derivadas de las emisiones de las principales industrias de infraestructuras aumentará de las 150.000 actuales al año a 250.000 en 2030.
Para la economía, las inversiones en infraestructuras darán lugar a un crecimiento a través de la creación de empleo, una nueva fuente de ingresos, oportunidades comerciales y bienes y servicios. El uso óptimo de la mano de obra y los materiales locales también puede estimular la economía local y contribuir a la reducción de la pobreza.
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